Me alegra recibir la nota de prensa del ayuntamiento en la que informa de la concesión, de una subvención por parte del Consell Comarcal, por importe de 35.882,50 euros para ayudas individuales de comedor.
Dice que de esta ayuda se beneficiaran 67 familias del municipio, 63 de las cuales recibirán un importe de 548,7 euros cada una, bien.
En la nota informan que a las familias no les corresponde la gratuidad, (no deben reunir todos los requisitos establecidos en la normativa actual), pero que aun así recibirán soporte económico, ya que en atención a su situación social económica o geográfica lo requieren.
Me alegro enormemente por las familias ya que la gratuidad de la enseñanza publica lo debe ser también para los que por las circunstancias laborales de los padres o la distancia de su domicilio al centro no tengan mas remedio que quedarse a comer.
Lo anterior debería ser un derecho que se consolide y no una subvención puntual que esté supeditada a las necesidades o a los intereses electorales de nadie.
Es de esperar que esta subvención se convierta en un derecho en el futuro, valen los mismos argumentos que han servido para dar la ayuda puntual, no creo que el Consell Comarcal tenga prioridades mucho más importantes que el apoyo a las familias con hijos en edad escolar.
No dejare pasar la ocasión sin barrer también para casa y explicar que 35.880 euros es lo que tendría que pagar de intereses anuales el ayuntamiento si solicitara una póliza de crédito de 1.794.125 de euros.
Esto seria lo que costaría el retraso de dos años en el pago de un mínimo de 120 propietarios en can Canyamars, de sus cuotas urbanísticas teniendo en cuenta que el primer año es lo que se tarda en hacer las obras.
Podemos observar que las cantidades son de una magnitud que no llevan a la ruina a ningún ayuntamiento, dejar bien claro que estas cantidades y el principal las pagaran con creces los propietarios que se retrasen en el pago, en esto, en el cobro, la administración si que funciona bien, ahí no hay listas de espera, ni interpretaciones.
Tener cuatro millones de parados, las empresas de construcción cerrando y la faena parada, debería avergonzar a los responsables de la situación.
No son subvenciones arbitrarias lo que necesitamos, si no buenos gestores que faciliten que la gente obtenga su independencia económica con su trabajo.
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