Pongamos que una persona sabe siempre lo que quiere, que conoce sus intereses.
Esta misma persona a lo largo del tiempo va variando en sus deseos y sus intereses cambian.
Una persona no tiene siempre los mismos intereses.
En una pareja, a veces los intereses son contrarios, las cosas no se hacen siempre a gusto de los dos, hay que ceder.
Y en una familia, cuesta poner a todos de acuerdo, cada uno de los miembros tiene una edad, unas aficiones y unos intereses.
Cuesta encontrar el equilibrio.
En un colectivo más amplio como una escalera de vecinos los intereses ya son mucho más complejos.
La situación, la edad, la capacidad económica, la preparación, la cultura etc. hacen que la toma de decisiones sea un asunto complicado.
No podemos ser intransigentes.
Una urbanización como la nuestra es un universo inmenso de intereses.
Hemos de ser conscientes de ello.
Quien tiene que decidir, haciendolo muy bien, nunca lo hara al gusto de todos.
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